Hace varios años atrás; en la capital del estado de México, existía una cárcel en lo que hoy es una conocida plaza comercial de dicha ciudad. En aquellos años la pequeña Toluca no era muy grande, básicamente solo llegaba a su alameda al sur y a unas otras avenidas por diferentes puntos. En esos años Ricardo, que era un hombre de mediana edad, desdichado por la fortuna que se burló de él durante largos periodos de su existir ser y que tuvo que robar para comer lo obligo a cometer actos ballicos que le condenó a la cárcel. Pero aun así en la profundidad del infierno encontró la amistad de un varón ya mayor el cual podría ser su padre sin ningún problema, algo serio, seco pero con la intención de formar lazos de amistad.
La amistad crecía entre ellos con cada amanecer, y no hubiese llamado la atención de los guardias por un curioso detalle. Dicha anomalía consistía en que todas las noches, cuando la luna esta en su punto más alto y su luz indica que es la hora de los muertos; un cuervo negro azabache de ojos rojos como el fuego y de una fuerte mirada tan penetrante que te incomodaba se paraba en la pequeña ventana que se encontraba en la parte superior de celda. dicho animal deja siempre unos pequeños alambres de cobre y se quedaba en la venta hasta el primer canto del gallo.
Las noches y los días como el viento sobre la montaña, soplando un aire de suma tranquilidad después de aquél suceso con el curioso hecho que ni el anciano que visitaba al recluso y el cuervo volvieron dejándolo solo. Podría decirse que este es el final de esta historia, pero lo cierto es, que no es así puesto que una vez que se cumplieron los trece días con sus soles y lunas exactos del incidente del guardia y el cuervo llegó a voces de los policías de la prisión que el viejo amigo del interno fue encontrado sin vida en una choza abandonada en la cima del cerro del calvario con una disparó en el pecho y rodeado de plumas negras a lo que una voz en el fondo respondió:
-Que esperaban que pasará si lo que han hecho es matar a sangre fría a mi padre, el viejo nahual de la ciudad.
La amistad crecía entre ellos con cada amanecer, y no hubiese llamado la atención de los guardias por un curioso detalle. Dicha anomalía consistía en que todas las noches, cuando la luna esta en su punto más alto y su luz indica que es la hora de los muertos; un cuervo negro azabache de ojos rojos como el fuego y de una fuerte mirada tan penetrante que te incomodaba se paraba en la pequeña ventana que se encontraba en la parte superior de celda. dicho animal deja siempre unos pequeños alambres de cobre y se quedaba en la venta hasta el primer canto del gallo.
EL fenómeno llegó a tal punto que los guardias decidieron catear aquella celda pero su sorpresa su mucha cuando no lograron encontrar nada fuera de los normal mas que una cuantas plumas negras, incluso interrogando al prisionero pudieron sacar algún confesión que resolviera dicho caso. Aun así si el destino es curioso y la vida una ironía, la noche del día de muertos un joven de aspecto humilde, sencillo y que no sabía mucho de la vida tomó su arma y de esta una flecha de fuego salió rumbo al cuervo hiriéndole lo que provocó la huida de aquella ave mucho antes de su hora.
Las noches y los días como el viento sobre la montaña, soplando un aire de suma tranquilidad después de aquél suceso con el curioso hecho que ni el anciano que visitaba al recluso y el cuervo volvieron dejándolo solo. Podría decirse que este es el final de esta historia, pero lo cierto es, que no es así puesto que una vez que se cumplieron los trece días con sus soles y lunas exactos del incidente del guardia y el cuervo llegó a voces de los policías de la prisión que el viejo amigo del interno fue encontrado sin vida en una choza abandonada en la cima del cerro del calvario con una disparó en el pecho y rodeado de plumas negras a lo que una voz en el fondo respondió:
-Que esperaban que pasará si lo que han hecho es matar a sangre fría a mi padre, el viejo nahual de la ciudad.
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