viernes, 2 de enero de 2015

La extraña muerte de mi abuelo



Según mi abuelo, la existencia del ser humano es como una caja de chocolates, porque en ella encontramos algunos dulces, amargos, de leche o los rellenos de licor. En nuestro caso, los chocolates son esos momentos alegres, divertidos, amargos, tristes que experimentamos al pasar los días, meses y años. Disfrutamos cada uno de ellos hasta que estos llegan a su fin, de un momento a otro.Un desenlace tan repentino como el día que nace por el Oriente y muere por el Occidente.

Mi abuelo, de 80 años, solía pasar sus mañanas en la cocina bebiendo un rico té de manzana acompañado de un delicioso pastelillo de arándano, el cual le recordaba a la abuela; ella siempre los compraba en la panadería de la esquina. Sin embargo, esa mañana el chocolate amargo de su caja estaba por llegar pues lo que debió haber transcurrido como un almuerzo cualquiera no lo sería, ya que su decrépito corazón comenzó a fallar. Primero sintió unas terribles punzadas el pecho que le robaron el poco oxigeno que había sus desgastados pulmones, sus venas empezaron a taparse y el dolor provocó que su cerebro desconectara, muy lentamente, cada uno de sus órganos. En sus ojos se veía como los últimos rayos de vida se escapaban de su alma sin que él pudiera hacer algo para detenerlos.

Mis padres llegan a su casa, pero ya es tarde, el fuerte ataque al corazón lo dejó inconsciente en el suelo y pese a las maniobras de los paramédicos, éstos informan que él ya a muerto y no hay nada que se pueda hacer.

Mi padres, con lágrimas en los ojos, lo levantan y lo recuestan  en su alcoba. Mi madre llama a una funeraria para preparar su velorio mientras mi padre acompaña a los paramédicos para indicarles la salida de la casa agradeciendo todo su trabajo. Éstos parten dejando un ambiente desconsolado por toda la casa, yo me entero, ya hasta altas horas de la noche, después de regresar de un día ajetreado en la escuela.
Solo pasa un día y mi abuelo ya se encuentra en el ataúd café de caoba, con recubiertos en algodón, vestido con traje negro, maquillado para evitar ver el efecto de la muerte sobre su piel. Sus labios ahora son rojos como la sangre que evita que veamos sus labios morados faltos de alma, se puede sentir los brazos fríos del ángel de la muerte nos apapacha y nos recuerda que debemos despedirnos de mi abuelo, puedo ver a mi padre como recibe a amigos de la familia así como parientes distantes que vienen a despedirse de esa pobre criatura, todos con cabeza agachada en silencio ven pasar el tiempo lentamente hasta que un fuerte ruido toma por sorpresa todos, una voz fuerte y enérgica se escucha en el fondo.

-!Alto¡, es el grito que llama la atención  de los presentes, los cuales atónitos no pueden creer lo que esta pasando. Unos se miran, otros observan atentamente, otros salen corriendo gritando un Jesús y un Ave María.

Mi padre voltea y no puede creer lo que esta pasando, mi abuelo muerto se ha levantado de su ataúd exclamando con fuerza: ¿¡qué clase de broma estúpida y sin sentido es esta!?, mi padre temeroso se acerca lentamente y le explica lo que ha sucedido pero mi abuelo no escucha explicaciones y solo dice estas palabras:

-Claro que sé que estoy muerto, pude ver mi cadáver tirado en suelo mientras esa dama de negro me cogía por el brazo y me llevaba al juicio del rey Midas, el cual selecciona las almas de los difuntos y este decide si van al cielo o a uno de los círculos infernales que describe el poeta italiano Dante Alighieri, el cual observó por un largo momento mi juicio y pido que se pausar por un momento porque quería hablar conmigo y lo hizo, se me acercó; dándome el siguiente mensaje:

-Amigo mío, he aquí el final de tus días. En esta lúgubre morada, ésta sala de juicios oscura y sin rayo de sol que caliente las almas de los mortales, es donde yo te daré un pequeño consejo. Escucha con mucha atención. La vida llega a su fin, pero no es el final, solo es el inicio de lo complicado, tus pecados son muchos y no puedes escapar de ellos, tienes que enfrentarlos todos, en los círculos que correspondan; pero si lo logras, el mismo Dios abrirá el camino para que entres al paraíso y salves tu alma, pero se que quieres despedirte de tus seres queridos porque no lo haces y luego vas por tu redención.

Lo miré y lo único que pude decir fue lo siguiente: “-Poeta, no me abandones. Necesito de tu ayuda, ¡poeta!”.

-Después desperté y estoy aquí con ustedes. No sé lo que pasa, pero de algo estoy muy seguro, volví para despedirme. Quiero que sepan algo, los quiero a todos. Fue un placer haber vivido con ustedes, amigos, familia y mi dulce hijo, ustedes fueron  increíbles, se volvieron mi  familia. A mi hijo le digo: vive y ama; a mi nieto, sé un niño feliz el resto de tu vida.

Luego de haber pronunciado esas palabras mi abuelo volvió a quedarse dormido para no levantarse jamás. En aquel momento no comprendí lo que pasaba, y a pesar de que han pasado los años, aún sigo sin comprender; pero de algo estoy seguro, mi muerte llegar algún día y la estaré esperando y tal vez cuando esté  de car a la muerte, al Rey Midas y ante Dios o el Demonio logre entender lo que le pasó a mi abuelo el ultimo día de su vida…


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